La casa editorial Elledici lleva desde 1997 publicando la colección Religioni e movimenti, que actualmente va por su segunda serie, y que presenta pequeños volúmenes monográficos sobre diversas sectas, movimientos espirituales o corrientes específicas dentro de las grandes religiones. El presente libro está dedicado al pentecostalismo, y lo firma Massimo Introvigne, director de la colección y autor de numerosas publicaciones en torno a la nueva religiosidad, por las que es conocido en todo el mundo (sobre todo por la labor realizada por el Centro Studi sulle Nuovi Religioni, que él mismo dirige).
Enmarca el pentecostalismo en la religiosidad de tipo fundamentalista - tanto en la teología como en la moral - y proporciona la cifra de 537 millones de pentecostales en el año 2000, de los que 470 millones son protestantes. Dedica el resto del primer capítulo a considerar en qué medida es protestante este amplio fenómeno, en términos sociológicos. Sería el "cuarto protestantismo", si consideramos antes a las comunidades históricas de la Reforma, el movimiento revivalista y el de santidad. No sólo es diferente de los anteriores sociológicamente, sino que cuenta con una teología distinta, interpretada carismáticamente y presentada como novedad: "la corriente pentecostal-carismática se aparta plenamente del continuum del protestantismo" (p. 19).
El segundo capítulo del libro desarrolla las características principales de este fenómeno religioso emergente. Sus raíces remotas son el bautismo en el Espíritu Santo - fundamental -, el interés por la sanación y los milagros, el "premilenarismo" en la línea de N. Darby, la religiosidad afroamericana y la oralidad. En cuanto a las raíces más próximas, Introvigne alude a su anti-denominacionalismo y al fenómeno de la glosolalia. Los orígenes del pentecostalismo son el contenido del tercer capítulo, que parte del acontecimiento carismático (hablar en lenguas) sucedido en Topeka (Kansas) en 1901, en torno a C.F. Parham y A. Ozman, y tiene sus otros hitos principales en una iglesia de Azusa Street (Los Ángeles, California) en 1906, y en Gales entre 1904 y 1908. De todos estos sucesos fundacionales se ofrecen muchos detalles y un buen apoyo en forma de notas al pie.
El resto del libro se dedica a mostrar, de manera descriptiva, las tres grandes oleadas pentecostales que se han sucedido en el siglo XX, a partir de los acontecimientos comentados antes. En el capítulo 4 trata el autor la primera oleada o propiamente pentecostal, que puede diferenciarse en tres tipos, según la tradición protestante de la que nazca. El primer tipo es el pentecostalismo wesleyano o metodista, que incluye a la Iglesia de Dios de Cleveland (Tennessee) y la Iglesia de Dios de la Profecía. En el baptista nos encontramos con la estructura más importante a nivel mundial: las Asambleas de Dios (y por eso aquí se desarrolla con más detalle el pentecostalismo italiano), además de la Iglesia Internacional del Evangelio Cuadrangular y las italianas Iglesias del Valle del Sele. El unitario o modalista (oneness) está integrado por las Asambleas Pentecostales del Mundo y la Iglesia Unidad Pentecostal Internacional. Por otro lado está el pentecostalismo afroamericano, donde puede encuadrarse la Iglesia de Dios en Cristo, y que tiene sus peculiaridades debidas a estar formado desde un principio por los negros de los EE.UU. Introvigne señala muy acertadamente otro tipo, que corresponde a los movimientos autóctonos de los países en vías de desarrollo, sobre todo en América Latina. Ésta, según algunos autores, "se vuelve protestante", o, con la expresión del experto M.A. Pastorino, se encuentra "en llamas" por este crecimiento pentecostal espectacular. Aunque también tiene su importancia en Asia y África. En todo este contexto intercontinental encontramos grupos como la Iglesia de Dios Pentecostal-Movimiento Internacional, o algunos controvertidos grupos como la Iglesia Universal del Reino de Dios (secta brasileña de amplia proyección exterior), la Luz del Mundo (México), el Pueblo de Dios (Paraguay), y el movimiento africano Deeper Life Bible Church.
El capítulo 5 está dedicado a la segunda oleada, denominada más "carismática" que pentecostal, y que se dio dentro de las denominaciones históricas. Por un lado, surgen grupos pentecostales independientes, que no se integran en estructura organizativa alguna. Por otro lado, se encuentran los sanadores y predicadores autónomos, tan populares sobre todo en los EE.UU. gracias a sus poderosas plataformas mediáticas (los conocidos vulgarmente como telepredicadores), y el movimiento iniciado a mediados del siglo XX por W.M. Branham. Otros fenómenos característicos de esta oleada son el Latter Rain Movement, la corriente Full Gospel y las Iglesias Elim. Además de la "renovación carismática" en las Iglesias históricas, fuera de todo el entramado pentecostal que ya entonces existía: sucede entre los episcopalianos, presbiterianos, luteranos, metodistas, menonitas, baptistas... y en la Iglesia católica (la Renovación Carismática Católica, surgida en los ambientes de Cursillos de Cristiandad, y que hoy integraría a 60 millones de fieles). El caso de la Calvary Chapel es peculiar, por su evolución hacia convertirse en una denominación más.
La tercera oleada, la más reciente (también conocida como neopentecostalismo), descrita en el capítulo 6, nace en los años 80 en ambientes no pentecostales, en torno a fenómenos como la posesión diabólica y los milagros, y con un carácter de "combate espiritual" contra lo que perciben en la sociedad y en la cultura como estructuras detrás de las cuales se encuentra el Demonio - especialmente en la Iglesia católica. También en esta última oleada han surgido grupos como las Iglesias Vineyard, la Bendición de Toronto o el Movimiento de la Fe. Habría sido interesante aludir a la que algunos autores ya denominan "cuarta oleada", y que estaría formada por grupos de judíos mesiánicos que han empezado a tener experiencias carismáticas.
Un breve último capítulo sirve como conclusión, y en él valora Introvigne el futuro del pentecostalismo. Compara, de manera muy original, el fenómeno pentecostal con la Nueva Era pues, aunque doctrinalmente no tienen nada en común, pueden interpretarse ambos de forma paralela: estructuración en red, primacía de la experiencia individual, visión holística, etc. Elementos que corresponden "a la fragmentación típica de la época postmoderna" (p. 160). Concluye afirmando que "cada nueva generación pentecostal-carismática puede considerar que el proceso de institucionalización haga perder algo a la espontaneidad y frescura originarias del encuentro con el Espíritu Santo. Por otro lado, la gradual superación de la fase de puro network expresa también aquella nostalgia de la unidad de los creyentes en Jesucristo en un solo cuerpo que - tal vez adormecida por los acontecimientos y las polémicas de la historia - queda de todos modos como parte integrante de toda experiencia cristiana" (p. 162).
La obra tiene un gran valor descriptivo, pero se echa de menos, tras la sucesión de las oleadas y de los diferentes grupos, alguna valoración general del fenómeno, a mayores de la que se hace: la cuestión delicada del proselitismo, la relación con el mundo, la escatología inminente, la sanación, etc., así como su situación en el diálogo ecuménico actual, asuntos a los que se refiere a lo largo del libro, y que merecerían - sobre todo el último - una atención más particularizada. De todas maneras, constituye un buen acercamiento divulgativo y muy documentado a este fenómeno religioso tan propio de nuestros días.
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Massimo Introvigne I pentecostali Elledici, Leumann (Torino) 2004 |