CESNUR - center for studies on new religions

¿Por qué Francia?

Las raíces históricas e ideológicas de la cruzada francesa anti-sectas

por Massimo Introvigne
Artículo presentado en la Conferencia 2001 de Londres "The Spiritual Supermarket"

Este artículo no es sobre la cruzada anti-sectas en Francia. En otras conferencias se han presentado excelentes estudios de lo que está ocurriendo actualmente en Francia, por este motivo no es necesario repetir la historia. En esta oportunidad mi propósito es contestar una pregunta frecuente: ¿por qué, exactamente, Francia es diferente de los demás países europeos en lo que respecta el problema de los cultos (conocidos en Francia como "sectas")? En la próximas ediciones del Journal for the Scientific Study of Religion, será publicada larga reflexión escrita por Jim Richardson y quien subscribe, sobre cómo la metáfora del lavado de cerebro se está usando en Europa para legitimar la discriminación de las minorías religiosas. No es sorprendente que gran parte del artículo esté dedicado a Francia. Por otra parte The Journal publicará también reacciones a nuestro artículo firmadas por Christopher Soper y Thomas Robbins. Los dos estudiosos hubieran preferido un análisis más profundo del por qué, exactamente, ciertas cosas suceden en Francia y no en otras partes del occidente. Mientras Robbins coincide con nuestra sugerencia de considerar en las causas de tal fenómeno la tradición secular del Iluminismo que se remonta a la Revolución Francesa; Soper está convencido de que estamos minimizando la influencia de las iglesias principales, a este punto cautelosas respecto a sus competidores en el campo religioso.

En el momento que el artículo del Journal estaba por imprimirse, algo importante sucedió. La reconocida socióloga francesa Danièle Hervieu-Léger publicó su libro "La Religion en miettes ou la question des sects" (París: Calmann-Lévy, 2001), en el cual analiza específicamente la cuestión de por qué una cruzada gubernamental anti-sectas está promoviéndose en Francia y no en otros países. Hervieu-Léger no es lo que en ciertos círculos se llamaría una "defensora de las sectas." De hecho nunca participó en protestas académicas internacionales contra las actividades del gobierno francés y confirma en el libro que, en su opinión, alguna vigilancia gubernamental sobre las sectas es aceptable. Sin embargo, el borrador de la nueva ley anti-sectas francesa ha recibido una crítica de Hervieu-Léger quien reconoce que el tema de las sectas ha sido "demasiado dramatizado" en su país (ibid., pág. 61), y que las medidas políticas han sido tomadas a partir de informaciones defectuosas en base a los intereses de las organizaciones anti-sectas privadas, ó de ex - miembros y en base a la polémica teoría del lavado del cerebro (ibid., pp. 61-65). Aunque existe alguna crítica interesante sobre estos hechos (lo que es bastante nuevo dentro del contexto francés), el objetivo principal de Hervieu-Léger es explicar por qué Francia, un país notoriamente contencioso, cuando se refiere a cultos o sectas exhibe una unanimidad sospechosa entre los políticos y los medios de comunicación. El suyo es un libro extenso, no sólo en páginas: también analiza otros problemas; y para ser valorizado eficazmente el libro debe ser considerado dentro del marco de los trabajos anteriores de la autora. Debido a que tal análisis no es posible en esta oportunidad, limitaré mis comentarios a las tres respuestas principales a la pregunta ¿"Por qué en Francia?", que Hervieu-Léger presenta en su último libro.

En primer lugar, Hervieu-Léger nos recuerda que Francia, desde y antes de la Revolución en el siglo XVIII, ha tenido de alguna forma una única tradición anti-religiosa. Ciertamente, el anti-clericalismo y el humanismo seglar son fenómenos internacionales, pero la rama francesa tiene sus peculiaridades. En general la creencia religiosa se considera como "intrínsecamente incompatible con la razón y la autonomía individual" por lo que "debe ser erradicada de las mentes humanas." Este deseo, o sueño, explica lo que la socióloga francesa llama "una furiosa y radical hostilidad (aunque, hoy, menos explícito) a cualquier tipo de creencia religiosa en general" (ibid., pág. 22, con una cita de Pierre Bouretz). Esta tradición no sólo está limitando la influencia religiosa en la sociedad sino también está persuadiendo que el extirpar la creencia religiosa es deseable y posible. Yo agregaría a los comentarios de Hervieu-Léger que la laïcité active francesa (diferente al humanismo seglar angloamericano y transmitido a las nuevas generaciones a través del sistema escolar público francés, un baluarte del laicismo) se manifiesta de diferentes maneras, lo que es muy obvio para los franceses pero más difícil de comprender para otras naciones. En primer lugar, en Francia se considera políticamente correcto el darle reconocimiento publico al laicismo, aun cuando no se está completamente de acuerdo con él. En las elecciones generales francesas, casi todos los candidatos que compiten por los puestos máximos tienden a reafirmar su compromiso con el laicismo, y sería muy excepcional oírles expresar cualquier tipo de comentario religioso o apelaciones a Dios o la cristiandad. Sin mencionar los Estados Unidos, en las últimas elecciones generales italianas, los candidatos de los mayores coaliciones políticas se han proclamado católicos, y han visitado obispos y cardenales durante sus campañas electorales, a pesar del hecho que uno es divorciado, y que el otro que comenzó su carrera política como militante anti-clerical recientemente regresó al Catolicismo (después de ser propuesto para la administración política nacional). En segundo lugar, si la cultura popular (como yo creo) es un espejo de los prejuicios nacionales, el hecho de que los franceses y los británicos amen las historias de detectives - Sherlock Holmes, o los héroes de Edgar Wallace, y Altramuz de Arsène, el señor-ladrón creado en Francia por Maurice Leblanc (1864-1941) - podría ser bastante instructivo. A menudo todos estos personajes en sus hallazgos se encuentran cerca de la muerte (pero sobreviven al último minuto y se preparan para el próximo episodio). Los personajes de Wallace oran frecuentemente, y Holmes cuyo autor era un católico convencido se volvió espiritualista encontrando consuelo en un poder bueno y una espiritualidad vaga. Lupin (sin duda alguna, bastante extraño para los lectores en naciones sin tradiciones nacionalistas fuertes) a menudo piensa en su eminente muerte y lo hace con sentimientos patrióticos de la República y Francia.

Si quisiéramos incluir las historietas, el héroe nacional francés, Asterix, nada menos que un héroe Gálico que defiende furiosamente la autonomía de su pueblo contra Julio Cesar, sus dioses romanos y su estilo de vida. La metáfora (Francia resistiendo a Roma) es muy obvia. En tercer lugar, tales sentimientos anti-religiosos encuentran en Francia, una justificación filosófica en la distinción entre "la libertad de creencia" y "la libertad de religión." "La libertad de creencia" se traduce como la libertad que permite conclusiones individuales y autónomas sobre la religión (o el ateísmo) sin alguna coerción externa. Recientemente, el lavado de cerebro (o "manipulación mental") ha ofrecido una metáfora conveniente para esta coacción externa, a pesar de que la controversia existía desde hace tiempo. Cuando, a principios del siglo XX, el gobierno anti-clerical francés de Émile Combes (1835-1921) disolvió la mayoría de las ordenes religiosas católicas, masculinas y femeninas, obligando a varios monjes y monjas a irse a su casa o abandonar Francia. Combes proclamó que estaba protegiendo "su libertad de conciencia" contra la libertad institucional de las órdenes religiosas y de la Iglesia católica. Lo mismo vale para los "cultos" o "sectas". En la Reunión Suplementaria sobre la Libertad de Religión realizada en Viena el 22 de marzo de 1999 por la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), el secretario de la Misión gubernamental francesa en la Lucha de Cultos, Sr. Denis Barthélemy, respondió críticamente a los informes del OSCE sobre el pluralismo religioso (uno de los cuales fue presentado por mí) y explicó la posición francesa en un modo particularmente interesante. Barthélemy declaró que la "libertad religiosa" y "la libertad de creencia" son dos conceptos diferentes, y que de hecho entre ellos pueden haber conflicto. La "Libertad Religiosa" (una "libertad colectiva" para las iglesias y movimientos) debe ser limitada para el bien de "la libertad de creencia", la "libertad individual" de pensamiento y creencia no debe permitir "coerciones" externas a la conciencia individual. Francia protegerá a sus ciudadanos contra cualquier "coacción" a la formación de su "creencia" individual. El Sr. Barthélemy agregó en su conclusión que no sólo los niños, sino también los "adultos", tienen "necesidad de protección" en este aspecto. Proteger a los individuos de los grupos puede parecer una opción legítima dentro del marco de una aceptación general de la libertad personal. Sin embargo, el discurso del Sr. Barthélemy dio a entender que la libertad individual del ciudadano de formar su creencia debe ser protegida si es necesario contra el mismo deseo de este ciudadano, precisamente porque - estando sujeto al lavado de cerebro o al control mental -, él o ella piensan que han aceptado una creencia "libremente", cuando de hecho no es así. Esta referencia aparentemente liberal a "la libertad de creencia" de hecho esconde la presuposición reaccionaria que el gobierno sabe mejor que sus propios ciudadanos adultos "necesitados de protección", donde está su verdadera libertad y sus intereses.

El segundo elemento del modelo de Hervieu-Léger es aquel que la mayoría de los observadores de la paranoia francesa del culto o sectas parece haber pasado por alto. La Laicidad, sostiene la socióloga no sólo se volvió una parte esencial de la cultura nacional francesa sino que también ha sido incluida en el sistema legal francés. Durante años, algunos líderes de la Revolución francesa creyeron que la religión en Francia podía ser destruida fácilmente. Napoleón, sin embargo, comprendió que tal empresa era imposible, no porque él fuera menos anti-religioso que sus predecesores, sino porque fue más realista. Él también quiso conquistar Europa, y comprendió que no podía lograrlo desviando recursos para luchar contra los sectores católicos que se oponían a la persecución religiosa en su proprio país. Creó, así, un modelo de una iglesia controlada por el Estado. Paradójicamente, aunque el modelo de Napoleón fue diseñado para proteger al Estado de la influencia de la Iglesia católica, al mismo tiempo organizó la religión en base al modelo católico. A la Iglesia católica se le concedió un cierto grado de libertad, y simultáneamente fue puesto bajo un sistema de control Estatal. El ideal de Napoleón y sus sucesores era tener un control territorial basado en el sistema católico de diócesis y parroquias, con un préfet de policía detrás de cada obispo y un jefe local de la Gendarmería detrás de cada sacerdote de las parroquias. Durante un largo periodo el sistema funcionó; y la Iglesia católica que lo resistió durante décadas, lo encontró conveniente bajo la política del ralliement inaugurada por el Papa Leo XIII (1810-1903). Hervieu-Léger señala que, precisamente luego del ralliement, la Iglesia católica en Francia está de acuerdo en realizar "el trabajo policiaco" en nombre del Estado (ibid., pág. 27). Francia era predominantemente católica al punto de creer que, si se levantara cualquier forma extraña o potencialmente peligrosa de religión, sería probablemente dentro del mismo catolicismo. En este caso la función de "policía" daba a los obispos y sacerdotes la posibilidad de tomar acciones represivas adelantando al Estado. El funcionamiento del sistema ha sido confirmado por varios estudios académicos sobre las apariciones de la Virgen María y las subsecuentes peregrinaciones a Lourdes y La Salette, dos eventos potencialmente lejanos de la laicidad y del modelo francés. Estudios recientes muestran que, de hecho, sólo una minoría de extremistas anti-clericales han considerado seriamente el hecho de suprimir los altares y/o las peregrinaciones. El modelo, en cambio, fue instituido precisamente para controlarlos y la jerarquía católica cooperó a menudo reprimiendo las interpretaciones potencialmente anti-gubernamentales de las apariciones Marianas, y las actividades de oposición política en las capillas (sobre Lourdes cfr. Ruth Norman, Lourdes: Body and Spirit in the Secular Age, New York and London: Viking 1999; sobre La Salette cfr. François Angelier and Claude Langlois [eds.], La Salette: Apocalypse, pèlerinage et literature (1856-1996), Genoble: Jérôme Millon, 2000). Estos trabajos académicos son fascinantes puesto que en ellos se muestra cuan peculiar es el sistema francés y cómo se ha extendido hacia áreas inesperadas. Por ejemplo, cuando una nueva capilla se construía en La Salette, el obispo local intervenía con regulaciones que permitían la construcción de nuevas iglesias, pero dictando una burocracia gubernamental que se extendía desde el préfet local a París, controlaba no sólo cuando y donde construir sino también por que arquitecto y en que estilo arquitectónico (Cit. Jean-Michel Leniaud, "La basilique de La Salette: l’achat du terrain, la construction, l’érection de la chapelle en basilique mineure", en Angelier and Langlois [eds.], op. cit., pp. 135-153). Controlar el Catolicismo significaba controlar la religión en Francia; el mismo Napoleón, sin embargo, se ocupó de las minorías más significantes e intentó incluirlas en una estructura basada originalmente en la Iglesia católica romana, con sus diócesis y su parroquias. Esto fue relativamente fácil con los protestantes franceses, no con los judíos que fue mas dificultoso, pero Napoleón tuvo éxito al promover la creación de esa peculiar institución francesa, el Consistorio Judío, una clase de "Iglesia judía", o "un Judaísmo cuya estructura es compatible con el modelo organizado básicamente siguiendo la estructura de la Iglesia católica" (D. Hervieu-Léger, Le Pèlerin et le converti. La religion en mouvement, Paris : Flammarion, 2000, p. 223). Hoy, subraya Hervieu-Léger, los ministros franceses del Ministerio del Interior han intentado crear una "Iglesia musulmana" similar y "a menudo comienzan sus discursos, lo que es bastante significativo, negando que ellos ‘actúen como Napoleón’" (D. Hervieu-Léger, La Religion en miettes ou la question des sectes, p. 25). En síntesis, el modelo francés puede organizar otras religiones, pero sólo si se adecuan al modelo ejemplar de la Iglesia católica romana, dando a su vez alguna clase de ralliement, es decir, una garantía de su lealtad a la República y la promesa explícita de no luchar contra la laicidad.

La tercera parte del libro de Hervieu-Léger, trata sobre la comparación entre Francia e Italia. Los franceses a menudo consideran la tolerancia de Italia hacia las minorías religiosas y "cultos" o "sectas" como algo "sorprendente" (ibid., pág. 34). Después de todo, Italia (post-1870) pasó por una larga época de anti-clericalismo institucionalizado parecido al francés tomando también medidas similares para controlar la religión. La diferencia que Hervieu-Léger señala es que en Italia los católicos romanos activos constituyen una porción significante (de hecho, más de un tercio) de la población total, mientras que en Francia constituyen menos del 10%, y en general la Iglesia católica y su cultura en Italia todavía parecen ser muy fuertes. Éste no es el caso en Francia, donde el Catolicismo está volviéndose "culturalmente desprovisto de importancia" (ibid., pág. 35), generando reacciones de la Iglesia y del Estado. A pesar que el modelo francés es institucionalmente anti-católico, se apoyó fuertemente en el trato que había hecho con la Iglesia católica para mantener la religión bajo su escrutinio cuidadoso y para descubrir rápidamente y suprimir cualquier franja religiosa anti-institucional. La crisis actual en la Iglesia católica francesa equivale a no poder realizar su función de "policía", lo que está aumentado la inquietud del Estado sobre la capacidad de controlar eficazmente un nuevo mercado religioso irregular. De aquí, su reacción contra las "sectas." Por otro lado en un país como Italia, es la fuerza de la Iglesia Católica la que ayuda al Estado a sentirse seguro de la situación religiosa en general, que está bajo control. En consecuencia las nuevas minorías no son una verdadera amenaza.

A pesar que se pueden presentar muchos otros factores, de acuerdo con Hervieu-Léger, tomamos lo que podría ser un paso importante para explicar por qué se está promoviendo una cruzada gubernamental anti-sectas en Francia y no en otra parte de Europa Occidental. Hervieu-Léger parece confirmar el punto de vista expresado por Jim Richardson y por mí, que vemos la laicidad, como algo más importante que el miedo de las iglesias establecidas a la competencia, elemento crucial del temor francés. Hervieu-Léger sostiene que la propia Iglesia católica francesa está dividida en lo que respecta el tema de las sectas. Aunque la Conferencia Nacional de Obispos católicos franceses critica principalmente las leyes y las campañas anti-sectas (temiendo que, a partir de la convicción sobre el "lavado de cerebro", se pueda incluir fácilmente algunos movimientos católicos e instituciones), existen sacerdotes, monjas, y obispos que cooperan de buen grado con el movimiento anti-sectas y no por esto son los líderes de ese movimiento. La jerarquía católica es más activa y frena las cruzadas nacionales anti-sectas que ‘agregan leña al fuego’. La impresión que surge es que lo que haga la Iglesia católica en Francia no será de ningún modo crucial ni relevante para condicionar las decisiones gubernamentales.

Si Hervieu-Léger y nosotros tenemos razón al pensar que la fobia francesa anti-sectas es una consecuencia directa de la peculiar organización religiosa del pueblo francés (y de su crisis actual), debe percibirse que no será fácil exportarla al extranjero. Funcionarios de las instituciones anti-sectas francesas han tratado de actuar como misioneros internacionales, obteniendo diferentes grados de éxito. Hasta hoy, sólo el Cantón suizo de Ginebra parece estar preparado, hasta un cierto punto, para seguir algo de tal magnitud. En 1997, Bélgica presentó un informe parlamentario como el Francés sobre los cultos o las sectas, pero su Observatorio de Sectas Peligrosas está adoptando progresivamente una actitud mucho más moderada que su colega francés, subrayando en su declaración la buena voluntad de cooperar con estudiosos internacionales. En los Estados Unidos, ni siquiera los anti-cultistas que se consideran humanistas seculares están seguros si deben apoyar las medidas francesas. Después de todo, como explica Hervieu-Léger, la separación americana apuntó a proteger la religión (y, de vez en cuando, la irreligión) del Estado, mientras que la separación de Francia apunta a proteger el Estado de la religión (ibid., pág. 31). Rusia y China pueden ver a Francia como un modelo para su represión hacia las religiones minoritarias, pero éste es un argumento completamente retórico, puesto que sus motivaciones son evidentemente diferentes.

Finalmente, nos podemos preguntar si esta investigación histórica nos ayuda a predecir lo que pasará en el futuro, y cómo los derechos humanos internacionales y gendarmes de las libertades religiosas puedan persuadir a Francia para retroceder de su condición actual. La socióloga está dispuesta además a defender algunas actividades gubernamentales francesas contra la crítica internacional (particularmente, americana). Ésta es una cuestión que la misma Hervieu-Léger considera. En primer lugar, ella ha sido alentada por la reciente distinción establecida por la Misión gubernamental para Luchar contra Cultos como "sectas absolutas" (representadas por Cientología y algunos otros) y las docenas de otras sectas indicadas como tal en los informes parlamentarios de 1996 y 1999. Es posible que Hervieu-Léger quiera dar a entender que el gobierno se ocupará gradualmente sólo de las "sectas absolutas", y no considerará a los otros. Tal vez. El punto aquí es que el gobierno francés se basa en informaciones defectuosas. Hervieu-Léger reconoce este problema y comenta que ésta no sólo es la opinión expresada por "los expertos legales y los sociólogos" sino por los jueces franceses, quiénes recientemente encontraron al presidente de la Comisión Parlamentaria del 1999 culpable de difamación por haber llamado secta a la Sociedad de Antroposofía en base a los informes parlamentarios. Los jueces franceses sostuvieron que "la investigación realizada parece ser poco seria" (ibid. pág. 48-49). La falta de investigaciones académicas sobre los nuevos movimientos religiosos es un problema grave en Francia. Allí se ha impedido sistemáticamente a los estudiosos de entrar en ese campo de investigación. Entonces, ¿Por qué una investigación que "parece ser poco seria" debería considerarse más confiable cuando se refiere a las "sectas absolutas?"
En efecto, en algunas oportunidades, la misma Hervieu-Léger se ha basado en informaciones defectuosas sobre estos grupos. Ella escribe, por ejemplo, que Cientología en Italia, no tiene el derecho de estar exenta de impuestos (ibid., pág. 190). Ésta, sin embargo, es una interpretación de la decisión Bellei de la Corte Suprema italiana (16 de diciembre de 1999 - 23 de Febrero de 2000) que consideró como no-religiosos los servicios ofrecidos por Narconon, una organización para drogadictos y filial de Cientología. Como tal, estos servicios no están exentos de impuestos, pero la exención del impuesto y la naturaleza religiosa de los servicios ofrecidas por la Iglesia de Cientología (una entidad legal diferente con respecto a Narconon) había sido reconocido por las decisiones anteriores de la Suprema Corte de Justicia y no fue revocado por Bellei. Al aclarar este error, no estoy tratando de ser pedante. Lo interesante es que la mal interpretación de Bellei está basada en las declaraciones de la Misión Gubernamental Francesa para Luchar contra los Cultos (basándose en artículos de Internet publicados por anti-cultistas franceses).

El que este tipo de información inexacta pueda hallarse incluso en los trabajos de los más altos estudiosos en Francia, confirma que el problema de obtener información confiable sobre "sectas", en ese país, es efectivamente grave.

Hervieu-Léger predice además que la globalización tendrá consecuencias en Francia. Ella considera ingenuos a los funcionarios franceses que están convencidos de poder convertir otros países a su evangelio anti-sectas. Es más probable, y en parte debido al resultado de la litigación internacional en foros tales como la Corte Europea de Derechos Humanos, que Francia tenga que adaptar sus peculiares idiosincrasias sobre la religión a un escenario globalizado. Hervieu-Léger cree, y también espera, que Francia no se vea obligada a renunciar completamente a sus peculiaridades, y (como muchos otros autores franceses y figuras políticas) no está explícitamente a favor de una internacionalización del modelo americano. Por otro lado, con la excepción, quizás, de las "sectas absolutas", ella espera que el rechazo impopular y "extraño" de la sociedad a las nuevas religiones pueda adaptarse en una Francia pronta a desechar su modelo de religión controlada por el Estado y basado fuertemente en el modelo católico romano. Hervieu-Léger no cree que el gobierno francés aceptará en un futuro previsible, una negociación americanizada, pero que tendrá que desechar el modelo de mando basado en el catolicismo, si quiere evitar ser considerado injusto. Hervieu-Léger propone que el Estado no se vuelva menos, sino (hasta cierto punto) más (o más verdaderamente) seglar, inter alia, creando un "Alto Concilio de Laicidad." Cuan eficaces serian tales medidas, no lo sé, pero hasta ahora los comentarios son interesantes ya que cuando hay una crítica extranjera (particularmente de los Estados Unidos) genera de inmediato una reacción nacionalista (y antiamericana) en los medios de comunicación y las agencias gubernamentales francesas. Sin embargo en el futuro esto podría tener una cierta influencia en el punto de vista francés.

Hay, por ultimo, un hecho no mencionado por Hervieu-Léger que puede ser igualmente crucial respecto la guerra contra las sectas en Francia. El Gobierno y los medios de comunicación al elaborar sus conclusiones o decisiones políticas se basan en informaciones pre-interpretadas y en los relatos. En otros países, el testimonio de los movimientos anti-sectas sobre los nuevos movimientos religiosos está en competición con la producción académica (en el Reino Unido y en Italia, la información circulada por INFORM y CESNUR juega ciertamente un papel significante), mientras que en Francia esta competición es inexistente. La gran cantidad de información disponible sobre grupos etiquetados como "sectas" viene de las fuentes anti-sectas (y sólo ocasionalmente con una magnitud mucho más limitada, de la literatura cristiana contra-culto). La situación es de alguna manera un circulo: los estudiosos franceses, aunque muy capaces de análisis generales, no quieren comprometerse en estudios de campo y producir estudios sobre movimientos polémicos debido al predominio de los relatos anti-sectas que los marcarían a fuego como "defensores de las sectas" (una etiqueta mucho mas peligrosa en Francia para un investigador universitario que quiera tener acceso a las casas editoriales, de lo que pueda ser en el Reino Unido, Italia, o los Estados Unidos). Por el contrario, hasta que llegue el tiempo en que se produzcan estudios de académicos competentes, los relatos de los movimientos anti-sectas mantendrán su monopolio virtual. Los problemas circulares son claramente insensibles a cualquier forma de rápida solución. Sin embargo, el mercado de los relatos a su vez está cada vez más globalizado, por lo que las redes europeas e internacionales ofrecen información confiable e independiente sobre las religiones minoritarias. En el futuro estas redes crearán recursos internacionales difíciles de ignorar por los medios de comunicación y las autoridades francesas. Es dentro de esta perspectiva que instituciones como INFORM, CESNUR, o ISAR, y los estudiosos internacionales en general, pueden contribuir, por lo menos indirectamente, a la creación de una actitud más flexible en Francia.

THE 2001 INTERNATIONAL CONFERENCE
The Spiritual Supermarket: Religious Pluralism in the 21st Century

April 19-22, 2001
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